(Este próximo sábado 24 estaremos de nuevo en Bodega Qubel)
Pasó con el Winebus el sábado pasado lo que me ha pasado en diversas ocasiones visitando bodegas.
Una de las cosas que más me atraen del mundo del vino son las hermosas historias que hay detrás. Historias de emprendedores, de gente persiguiendo su sueño, de dificultades, de consecución de objetivos, o no. De personas que tienen la valentía de emprender proyectos, sin tener muy claro cómo van a acabar. De emprender con el corazón. ¿Pero es que existe otra manera de emprender que no sea escuchando a tu corazón?
Yo estudié en una escuela de negocios donde nos enseñaban a razonar y a estructurar el pensamiento de modo que el proceso de decisiones fuera el mejor posible. Según va pasando el tiempo entiendo que la razón está para ser coherente y sólido. Y es el corazón el que pone el norte.
Pero puede que no sea así. Pero una de las cosas que salió en la visita es precisamente eso. Carlos y Estrella emprendieron desde el corazón. ¿Y cómo lo hicieron? Esa historia está contada en el post: Turismo enológico y vino ecológico en Madrid. Bodega Gosálbez Ortí
Pero en ese post anterior no se cuenta toda la historia, porque la historia se sigue haciendo.
Carlos era piloto de Iberia y decide a los 50 realizar un Máster en Viticultura. Y después decide probar a hacer vinos en bodegas de amigos, y luego montar una bodega. Afortunadamente tenía a Estrella al lado que le sirve de contrapeso, porque Carlos es todo ilusión, emoción y perfección, y Estrella es la que le sigue en sus deseos y la que le complementa en aquello que él no domina o no le gusta. Y la que hace que el resultado final sea un todo armonioso. Fue ella la que decidió sin saber mucho de vino hace 20 años encargarse de la dirección comercial. Y de ella salió esa maravillosa enoteca, esos productos tan bien presentados como lo son en este momento Qubel y Mayrit en sus distintas versiones y su presencia en la mayoría de países más desarrollados y alguno de los emergentes. Admirables los dos. Pero esto ya lo conté en ese otro post del que hablo.
De lo que quiero hablar es de que esa historia no acabó. Porque, ahora, 20 años después de haber montado la bodega. Junto con su amigo Pablo aún en activo, Carlos ha decidido irse en avioneta para cruzar el círculo polar ártico y acabar en Alaska. Y da la casualidad de que Pablo es, además de piloto de Iberia en activo, compositor de música. Un muy buen compositor que ya tiene reconocimientos en muy diversas partes del mundo. Bueno, pues a estos hombres con espíritu de veinteañeros (¿los chavales de 20 años tienen esa ilusión y ganas?), deciden que, además, si es posible, Pablo dará un concierto de piano en todas las paradas que tengan que hacer en su periplo hacia el polo. O sea, que si paran en Edimburgo, pretenden ponerse encontacto con alguien en Edimburgo para, ya sea en una sala de conciertos o en un pub, dar un concierto. Y según acaban, subirse poco después a la avioneta.
Yo no sé cómo os quedáis. Carlos tiene 70 años pero tiene un corazón con unas ganas de vivir brutales. La edad no es la del carnet de identidad sino la de tus ilusiones y proyectos.
Bueno, pues la guinda la pone, cuando en la cata le pido permiso para contar esta historia y me responde muy serio. “Ignacio, ¿tú crees que es conveniente?” ¿Qué si es conveniente? !!!
Carlos no quiere contar esa historia! Lo que quiere es simplemente vivirla!
Seguramente es que me queda muy próxima. Seguramente es que es la última historia del mundo del vino que me ha emocionado, pero en este momento tengo la sensación de que es una de las historias mas bonitas que he oído alrededor del vino.
Y después de oir esa historia nos bebemos su vino.
¿Se entiende ahora un poquito más de qué va el Winebus?
El próximo sábado 24 de marzo volveremos a estar en Bodega Qubel para luego ir a Chinchón. ¿Te apuntas? Este es el evento en Facebook. El Winebus en Bodega Qubel y Chinchón, sábado 24 de marzo, 35 kms de Madrid
Para ver más fotos: El Winebus en Bodega Qubel y Chinchón 10.3.2012
Este mismo post en winebus.es El sábado en Bodega Qubel. La historia del piloto que se hizo viticultor y que ahora vuelve a volar