Visita a Bodegas Marqués de Riscal. Una historia que contar.

Vista de El Ciego

Vista de El Ciego

Este verano he visitado algunas bodegas. La experiencia ha sido muy gratificante.

La tendencia en la innovación en las grandes bodegas españolas van por una línea similar: mejora de los controles de calidad, mejora de los procesos de elaboración, mecanización de los sistemas de elaboración del vino. Luego la genialidad de cada una es cómo siguen ese camino sin perder su propia identidad y su historia. Con ello cumplen con una de las reglas más importantes del éxito en Marketing en cualquier sector: diferenciarse y mantener su personalidad. Marqués de Riscal lo borda en su diferenciación.

Algo que intento hacer en cada caso visita a bodega es mirar previamente su página web, para hacerme una idea de lo que me voy a encontrar. En este blog estoy hablando continuamente de que, con las nuevas tecnologías se puede recrear de manera bastante fidedigna lo que una bodega es y ofrece. Y es bueno que haya un cierto equilibrio entre lo que se ve en la web y lo que hay en la realidad. Aún así uno se queda con la idea de que en Internet, como en las pelis, habrá una parte de efectos especiales, que harán parecer mejor las cosas de lo que lo son en la realidad.

Eso no ocurre con Marqués de Riscal. Tiene unas instalaciones tan majestuosas que superan con creces lo visto por Internet. En este caso no hay efectos especiales. Son todos efectos reales. ¡Qué instalaciones más fantásticas!   

La bodega está construida de modo que uno puede ver lo que era la bodega en el siglo XIX, lo que ha sido en el XX, y lo que es a la entrada del siglo XXI. En lo más reciente prima por encima de todo el control de calidad del producto, la eficiencia en la manipulación del mismo y el buen gusto. Uno puede comprobar la enorme inversión que han hecho para construir una imponente imagen de marca, mejorar y garantizar la calidad a un muchísimo menor coste variable de elaboración, algo tan importante en un mercado internacional en el que se exige cada vez más ser competitivo en todos lo sentidos. 

Después de la visita te invitan a su tienda que por cierto está en línea con todo lo anterior (o sea, preciosa). En la misma no paran de entrar clientes y comprar.

Me sorprendió que no te inviten a que visites además el hotel o la zona de Spa. Es más. Da la sensación de que prefieren no hacerlo para preservar el encanto, el lujo, la profesionalidad y la tranquilidad que dominan esas dos instalaciones. Y es que si la Bodega impresiona, el hotel y la zona de Spa son aún más espectaculares si cabe.

Como bien se sabe, han creado el concepto de la Ciudad del Vino, construyendo como hotel lo que ellos llaman un “Chateau del siglo XXI”, obra del arquitecto canadiense Frank O. Gehry, diseñador del Museo Guggenheim. Y lo consiguen.

La zona de Spa en la misma línea que el hotel, de lujo. Salí del hotel y de la zona de Spa entusiasmado. ¡Qué poderío! ¡Qué clase! ¡Qué saber hacer!

Pero volvamos a la zona de bodega. Cuando te enseñan las distintas dependencias, la del siglo XIX, la del XX y la del XXI, en realidad casi no necesitarías de guía, porque las estancias estás diseñadas de modo que tú solo podrías determinar en qué siglo te encuentras a cada momento. Está casi tan clara la evolución como si uno fuera al Museo Vivancos.

Con estas instalaciones, el mensaje que lanzan a los visitantes es tremendamente contundente. Te transmiten que en saber hacer, desde hace más de 150 años, no les gana nadie. Al mismo tiempo nos hacen saber que, teniendo una historia tan larga no les impide  ser pioneros en cuanto a modernidad y vanguardismo. Y ese mensaje no te lo cuentan ellos. Eres tú mismo el que lo percibe a través de sus instalaciones. Consiguen con ello el mismo efecto que el psiquiatra que se pasa sesiones y sesiones sin decirle a su paciente lo que tiene, aunque lo sabe desde la primera sesión, porque espera que sea el propio paciente el que lo manifieste. De esta manera se asegura de que el mensaje está interiorizado. Es entonces un mensaje indeleble.

La visita fue una tremenda experiencia complementada por un muy buen guía. 

Hablaba en otro post que con una importante inversión es más fácil construir una buena imagen de marca. Estoy de acuerdo, pero estos señores saben cómo pocas bodegas, utilizar la inversión en hacer algo realmente grandioso.

¿Crisis? Posiblemente la hay pero no será Marqués de Riscal el que más la sufra. Chapeau de nuevo para ustedes.

Pasar por el embudo (Flipping the Funnel)

Dice Seth Godin en su e-libro: “Flipping the funnel” (pasar por el embudo)

En un libro que escribí en 1995 «e-Marketing», dije algo así: “Solo hay 4 tipos de personas: Prospectos, clientes, clientes leales, y antiguos clientes. El libro estaba por delante de su tiempo. Y me equivoqué.

Para el libro que escribí en 1998 “Permission Marketing” el subtútlo que utilicé fue: “Convirtiendo extraños en amigos y amigos en clientes” El momento para decirlo era mejor. El libro fue un best seller, pero seguía equivocado. O al menos incompleto.

 

Flipping the funnel acaba con la frase:

Convertir extraños en amigos
Convertir amigos en clientes.

Y entonces, haga el trabajo más importante.
Convierta a sus clientes en vendedores.”

 

Eso es lo que consiguen Marqués de Riscal y Bodegas Muga. Que sus clientes hablen maravillas sobre ellos. Ese es el marketing de 2008. En un mercado en el que los creadores de opinión se conocen y hablan mucho entre ellos. En un mercado en el que, con la aparición de Internet hay más creadores de opinión de los que había antes. En los que a través de Internet se está hablando y mucho de vino y de bodegas.

 

 

Marqués de Riscal. ¡Qué manera tan bonita, original y rentable (aunque cara) de construir una imagen de marca a nivel mundial!

Adjunto una página en la que se muestran imágenes y comentarios del hotel. ¿A que dan ganas de visitar el hotel? su página web que no se queda atrás.

 

Estos señores podrían vender vino hasta en la luna. (no me extrañaría que los astronautas se lo llevaran en su equipaje). Chapeau. Ya sé que esto ha costado un dineral, pero dejadme que me emocione con ello. Ya sé que soy un listo por utilizar este ejemplo. Que eso es jugar sobre seguro. Que muy pocas bodegas pueden permitirse un proyecto de esas características.

 

Tenéis razón. Mi comentario tiene truco. Utilizo el mismo truco que usan los directores de cine en sus películas o los responsables de campaña para ensalzar sus productos. Se aprovechan de imágenes o conceptos excepcionales para apoyar sus argumentos. Ese es mi pecado y el de los mejores publicistas y de aquellos a quienes admiro.

 

Vamos, que me han entrado unas ganas enormes de ir a comprar inmediatamente una botella de Marqués de Riscal y degustarla en la cena que voy a tener con unos amigos esta misma noche.

 

A vuestra salud.